Esto, sin embargo, afecta a todos: cada uno de nosotros, en su propia vida cotidiana, puede dar testimonio de Cristo, con la fuerza de Dios, la fuerza de la fe. ¡La pequeñísima fe que nosotros tenemos, pero que es fuerte! ¡Con esta fuerza dar testimonio de Jesucristo, ser cristiano con la vida, con nuestro testimonio.
¿Y cómo obtenemos esta fuerza? La obtenemos de Dios en la oración. La oración es el aliento de la fe: en una relación de confianza, en una relación de amor, no puedes perderte el diálogo y la oración es diálogo del alma con Dios. Octubre, también, es el mes del Rosario, … : ¡el Rosario es una escuela de oración, el Rosario es una escuela de fe!.