Así es el Reino de Dios: quien lo encuentra no tiene dudas, siente que es lo que buscaba, lo que esperaba, y que responde a sus aspiraciones más auténticas. Y realmente es así: quien conoce a Jesús, quien lo encuentra personalmente, permanece fascinado, atraído por tanta bondad, tanta verdad, tanta belleza, y todo con gran humildad y sencillez. Buscar a Jesús, encontrar a Jesús: ¡éste es el gran tesoro!