El Reino de Dios está dentro de vosotros, no viene como esperaban aquellos que escuchaban a Jesús envuelto en honores y poder. Viene en la sencillez y paso humilde de los que en el camino del discipulado viven anunciando con la propia vida, sin adornos y extravagancias, que Dios ama al hombre.
Como Misioneros de la Esperanza somos llamados a vivir uniéndonos al Señor, “escoger la vida que él llevo, que fue una vida de humillaciones…”(Ideario MIES) La humildad del pesebre que nos revela a un Dios que se abaja para desde el seno de María ofrecernos un camino de amor culmina en la cruz y se renueva cada día en la Eucaristía y desde ella en cada uno de nosotros, para poder decir con Sta. Teresita: “prefiero convenir sencillamente en que el Todopoderoso ha obrado en mí grandes cosas (Lc 1,49) y la mayor de todas es la de haberme mostrado mi pequeñez, mi incapacidad para todo bien (IX 158).