Rosa Torres Martin, nació el 12 de abril de 1953 en Malaga, en el hospital Civil. Y falleció en el hospital Costa del Sol el 2 de abril del año 2018. Su residencia, siempre conocida, estuvo en Fuengirola, junto a sus padres y hermano. Hablar de ella es fácil. Rosa era una mujer con carácter, pero gracias a él llevó a cabo toda su vida apostólica. Fue una apóstol incansable, su labor apostólica con los niños y los jóvenes fue de total entrega, implicada en las vidas, conocedora de las familias y preocupada las 24 horas por lo que le pudiera pasar a cada uno de sus jóvenes. Si alguno enfermaba, allá iba ella a verlos, a acompañarlos, y si además tenía mucha confianza con la familia, hasta decía lo que era mejor para la enfermedad, ella, con sus conocimientos de medicina siempre estaba dando consejos y eso hasta poco antes de fallecer. Gracias a Rosa la vocación de Misioneros de la Esperanza echó sus raíces en Los Boliches. Es cierto que la vocación es un regalo de Dios, pero él se valió de Rosa para que ahora un gran grupo sean Misioneros de la Esperanza en la zona de Los Boliches- Fuengirola. En los que no continuaron, Rosa dejó una gran semilla. Ella fue cuna y no solo sembró, sino que siempre ha estado cuidando. De Rosa aprendimos lo que es entregarse incondicionalmente al apostolado, de estar siempre al pie del cañón, también su sentido de comunidad, hermandad, obediencia a los responsables Mayores, como ella decía. Aprendimos desde el testimonio lo importante que era para nuestras vidas tener un director espiritual ( como también se decía antes). Rosa compartía con los jóvenes su vida, su comunidad. Invitaba a los jóvenes a las moragas con su comunidad, para que los conocieran ellos también y no ser sólo ella nuestro testimonio como MIES. Se esforzaba por llevar a los jóvenes a los actos fin de mes, haciendo antes parada en el Centro Mies y así conocer más la vocación. Rosa siempre tuvo un gran espíritu misionero, que transmitió y compartió con todos los que la conocieron. Por fin llegó su deseo de irse a las misiones, fue luchadora hasta el extremo para conseguirlo, y lo consiguió. Allá que se fue a iniciar la misión en Paraguay junto a otros hermanos. Como una de sus jóvenes diría mucho, pero, no puedo decir más que, aunque sus últimos años su cabeza no dejó que pudiera tener una vida ordenada, ella no dejó de querernos y de preocuparse por nosotros. Firma: Virginia Carrasco