No hay profesión o condición social, no hay pecado o delito de cualquier tipo que pueda borrar de la memoria y del corazón de Dios, a uno sólo de sus hijos. "Dios recuerda" siempre, no se olvida de nadie que haya creado, Él es Padre, siempre en atenta y amorosa vigilancia para ver revivir en el corazón del hijo el deseo de volver a casa. Y cuando reconoce aquel deseo, aun apenas mostrado, y muchas veces casi inconsciente, al momento Él está a nuestro lado, y con su perdón hace más ligero el camino de la conversión y del retorno. Miremos a Zaqueo, hoy, en el árbol: el suyo es un gesto ridículo, pero es un gesto de salvación.