Jesús necesitaba el encuentro con la Samaritana para abrir su corazón: le pide de beber para destacar la sed que tenía en sí misma. La mujer permanece tocada por este encuentro: dirige a Jesús esa pregunta profunda que todos tenemos dentro, pero que a menudo ignoramos. Nosotros también tenemos muchas preguntas que hacer, pero, ¡no encontramos el valor de preguntar a Jesús! La Cuaresma, queridos hermanos y hermanas, es el momento apropiado para mirarnos por dentro, para hacer salir nuestras necesidades espirituales más verdaderas, y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la Samaritana nos invita a expresarnos así: "Jesús, dame del agua que me saciará para siempre."