Como en la vida de cada uno de nosotros siempre hay necesidad de recomenzar, de levantarse nuevamente, de recuperar el sentido de la meta de la propia existencia, así para la gran familia humana es siempre necesario renovar el horizonte común hacia el que nos encaminamos. ¡El horizonte de la esperanza!. Este es el horizonte para hacer un buen camino. El tiempo de Adviento, que comenzamos de nuevo hoy, nos restituye el horizonte de la esperanza, una esperanza que no defrauda, ??porque se funda sobre la Palabra de Dios. Una esperanza que no defrauda, ??simplemente porque ¡el Señor nunca decepciona! ¡Él es fiel! ¡Él no decepciona!