Grita de alegría, Hija de Sión…
Alégrate y regocíjate de todo corazón…
En medio de un mundo en crisis, donde el escenario mundial está marcado por la violencia, la corrupción, el fanatismo y el poder desmesurado del dinero, Dios no duerme. Él sueña un tiempo de alegría y esperanza para la humanidad.
En María el misionero de la esperanza descubre su misión como elegido por el Señor para hacer realidad este sueño. Ella es anuncio y profecía de la humanidad que espera y cree. Ella, Madre del resto de Israel que ve cumplido su esperanza y que se construye en Iglesia bajo la acción del Espíritu, nos invita con su ejemplo a vivir desde la alegría nuestro tiempo y empeñar nuestros afanes en anunciar la Buena Nueva. Ella nos enseña a ser terreno privilegiado para que otros, nuestros hermanos, puedan entrar en diálogo con el Señor y entusiasmarse con el Evangelio.
Dios de vida y esperanza, que quieres contar con nosotros los Misioneros de la Esperanza, enséñanos a vivir como pueblo que canta y goza tu presencia. Dios de vida y esperanza, ayúdanos a mirarnos en María para que desde la sencillez seamos signos de comunión y vivamos siempre alejados de toda actitud que divida o separe.
Dios de vida y esperanza, que el amor de tu Madre por nosotros nos ayude a permanecer en tu amor.