La Iglesia, en su verdad más profunda, es comunión con Dios, intimidad con Dios, comunión de amor con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo, que se prolonga en una comunión fraterna. Esta relación entre Jesús y el Padre es la "matriz" de la unión entre los cristianos: si estamos íntimamente insertos en esta "matriz" en este horno ardiente de amor, entonces podemos llegar a ser realmente un solo corazón y una sola alma entre nosotros porque el amor de Dios quema nuestros egoísmos, nuestros prejuicios, nuestras divisiones internas y externas. El amor de Dios también quema nuestros pecados.