día 4
María, siempre atenta,
de las cosas se da cuenta.
DIEGO ERNESTO
Y aquí radica nuestra esperanza. La Madre de Cristo, Dios-Hombre, es nuestra Madre. ¿Qué nos hará temer? ¿Quién nos asustará?
¡Cómo saben amar las madres! ¡Y como defendería a sus hijos de cualquier mal que los amenace! ¡Con su propia sangre! Y María, la Madre más buena ¿cómo nos amará? ¿Cómo nos defenderá? Ella que nos ha traído a Jesús nuestro libertador, nos traerá la propia liberación para nosotros y para nuestros hermanos.
Ella va al mismo tiempo, señalándonos el camino, con la estela maravillosa de la vida. Ella la humilde; Ella la pobre; Ella la servidora de sus hermanos; Ella la esclava de Dios, la esclava de amor; Ella, por esto mismo la Reina de todos los hombres, pues Ella y solo Ella nos salva al entregar a su Hijo, carne de su carne, para que muriese en la Cruz.
¡Cuánto hemos de agradecer tan gran amor! ¿Cómo agradecérselo? Siguiendo sus huellas, sintiéndonos junto a Ella por el camino de la vida. Esperando en Ella y sabiendo que Ella espera en nosotros.
(fragmento Carta Mariana Diciembre 1972)