día 2

De un humilde corazón nacerá la salvación.

 

La humildad de María, de lo pequeño surge lo grande.

 

EQUIPO

 

1. Partimos de la vida.

Ponemos a los jóvenes en situación, María está preñada y espera dar a luz a Jesús… Les preguntamos por vivencias cercanas a ellos: ¿Qué cambios vive una embarazada?¿Qué miedos le asaltan, ilusiones, expectativas?

¿Cómo se prepara una madre primeriza para tener un bebé?¿Cómo se prepara una familia?

 

2. Tu Palabra nos da vida.

 

Con estas dos lecturas queremos destacar la importancia de la elección que hace Dios padre al tomar a María como Madre de Dios. Se trata de una mujer sencilla y humilde que no puede ofrecer a Jesús nada más que un pesebre para nacer. No se trata de alguien destacada e importante de su época sino una joven, casi niña, que se atreve a cumplir la misión de Dios porque sabe que cuenta con su fuerza, con la fuerza de Dios, y confianza en quien la ha elegido. María, madre de Dios, dedica su tiempo y esfuerzos a cría a Jesús de la mejor forma que sabe: amándolo sin condiciones y siendo ejemplo para Él. Muchas de las actitudes que vemos en Jesús son aprendidas de los gestos, palabras y acciones de su madre, María.

 

Lc 2, 1-7

Por entonces se promulgó un decreto del emperador Augusto que ordenaba a todo el mundo inscribirse en un censo. Éste fue el primer censo, realizado siendo Quirino gobernador de Siria. Acudían todos a inscribirse, cada uno en su ciudad. José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea, llamada Belén --pues pertenecía a la Casa y familia de David--, a inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta. Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada.

 

1 Cor 1, 27-28

...antes bien, Dios ha elegido los necios del mundo para humillar a los sabios, Dios ha elegido a los débiles del mundo para humillar a los fuertes, a los plebeyos y despreciados del mundo ha elegido Dios, a los que nada son, para anular a los que son algo.

 

3. La VIDA en oración.

 

En este momento invitamos a los jóvenes a contemplar a María junto al pesebre cantando al niño Dios. Ofreciéndose a Él, renovando su compromiso, ahora como madre ante su recién nacido.

 

Canción: (Invitamos a los jóvenes a escucharla e incluso aprenderla y llegar a cantarla)

Tú sabes que si vivo vivo por ti y para ti.

Porque te amo, dispón de mi vida, de mi salud y reposo, de cuanto soy y tengo.

 

                                   

SALMO 24

La única forma de recorrer nuestro

camino, es empezar a andar”

 

A Ti, Señor, presento mi ilusión y mi esfuerzo;

en Ti, mi Dios, confío porque sé que me amas.

Que en la prueba no ceda al cansancio,

que tu Gracia triunfe en mí siempre.

Yo espero siempre en Ti.

Yo sé que Tú nunca defraudas al que en Ti confía.

Indícame tus caminos, Señor; enséñame tus sendas.

Que en la vida se abran caminos de paz y bien,

caminos de justicia y libertad.

Que en mi vida se abran sendas de esperanza,

sendas de igualdad y servicio.

Encamíname fielmente, Señor.

Enséñame Tú que eres mi Dios y Salvador.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad

nunca se acaban; no te acuerdes de mis pecados.

Acuérdate de mí con tu lealtad,

por tu bondad, Señor.

Tú eres bueno y recto

y enseñas el camino a los desorientados.

Encamina a los humildes por la rectitud,

enseña a los humildes su camino.

Tus sendas son la lealtad y la fidelidad

para todos los que guardan tu alianza y tus mandatos.

 

Repetimos el Canto de este momento pero esta vez le pedimos al Señor ser como María, personas que se entregan a Él con humildad, sabedoras de que es Dios mismo el que pone este deseo en nuestros corazones y que es Él quien nos enseña cómo hacerlo y nos da su Fuerza.

 

Tú sabes que si vivo vivo por ti y para ti.

Porque te amo, dispón de mi vida, de mi salud y reposo, de cuanto soy y tengo.

 

4. Entrega tu VIDA

 

Tú también puedes ser “Madre de Dios” pues Jesús llamó madre de Dios a todo el que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica:

¿Quiero parecerme a María, que consciente de su valor supo confiar en Dios que obró en ella el milagro de ser la madre de Dios? ¿Cómo lo voy a hacer?

¿Quiero parecerme a Jesús que tomó de su madre su humildad, su sencillez, su confianza total en Dios, su necesidad de rezar en todo momento y conocer la voluntad del padre…?¿Por dónde voy a empezar?

 

Que no se acabe el campamento sin que hayamos intentado con todas nuestras fuerzas pedirle a Dios el don de escuchar su palabra, de conocer su voluntad y ponerla en práctica, desde los pequeños detalles hasta lo más grande que nos pueda estar pidiendo Dios.

 

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Diego Ernesto