día 3

Veré a Dios en el hermano

si camino de su mano

 

DIEGO ERNESTO

Unas palabras del Padre Ernesto.

 

11. 6. La Iglesia, familia de Amor. (Ideario Mies).

La Iglesia es más que nada familia de amor. Quiero recordarte las palabras que tú inspiraste al apóstol Pablo para que, revisándolas, me dé cuenta si voy cumpliendo lo esencial de tu Pueblo, de tu iglesia: el amor familiar:

Vosotros, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad, soportándoos y perdonándoos mutuamente siempre que alguno diere a otro motivo de queja. Como el Señor os perdonó, así también perdonaos vosotros. Pero por encima de todo esto, vestíos de la caridad, que es vínculo de la perfección. Y la paz de Cristo que reine en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros abundantemente, enseñándoos unos a otros con toda sabiduría, con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y dando gracias a Dios en vuestros corazones (Col 3, 12-17).

Señor, que sea una persona de misericordia entrañable, lleno de bondad. ¡Qué maravilloso es ser una persona buena! Que me llegue a convencer de la necesidad de la humildad, condición indispensable para el crecimiento de todas las virtudes. Humildad que, conjuntamente con el amor, produce dulzura. La dulzura es el brillo de la caridad.

La caridad no puede quedarse en el fondo del corazón, compromete los gestos, las palabras, la sonrisa, la mirada…. Dulzura, afabilidad, mansedumbre y comprensión. No nos comprendemos, Señor, o no queremos comprendernos. Quisiéramos que los demás fuesen como a nosotros se nos antoja. Hay que ponerse en la situación del hermano, comprenderlo aunque él no me comprenda a mi, comprender al que está cerca y al que está lejos.

Sobrellevaos mutuamente y perdonaos (Col 3, 13). Señor, que yo sepa perdonar a mi hermano, en lo grande y en lo pequeño, cando tenga buen ánimo y cuando éste me falte.

Señor, que no puedo acercarme a tu altar si no perdono, si guardo algún tipo de rencor o no le tengo abierto mi corazón de par en par al hermano, como tú me lo abres a mí siempre que digo:

Padre, he pecado contra el cuelo y contra Ti (Lc 15, 18)

Perdonaos cuando uno tenga quejas contra el otro (Col 3, 13)

Pero Señor, ¿tendré yo razón al tener quejas contra algún hermano? ¿No he sido un gran pecador? ¿De qué me quejo? Señor, quiera hacer mías las palabras de Theresita cuando entra en su comunidad eclesial: Ser como la arenita del mar, para que todos me pisoteen sin que ni siquiera se den cuenta, para que así no tengan que pedirme perdón. ¡          Que no me tengan en cuenta para nada!

El Señor nos ha perdonado, tú nos has perdonado,

Haced vosotros lo mismo (Col 3, 16)

Y por encima de todo el amor, que es ceñidor de la unidad consumada (Col 3, 14).

Tenemos que ser una sola cosa; tenemos que estar unidos en tu Iglesia. Que no dejemos que se unan los hombres del mal, los hijos de las tinieblas para destruir la Iglesia, para destrozar el mundo, para hundir al hombre; y mientras tanto, los hijos de la luz, ¿vamos a vivir disgregados? ¿Vamos a buscar la desunión? ¿Nos vamos a encerrar en nuestro egoísmo que nos separa y aparta?

Señor, que vivamos unidos, que nos congreguemos, que nos perdonemos, que nos amemos…, para unirnos más y más. Que seamos Iglesia que congrega, Iglesia que peregrina que camina hacia la unidad consumada, eterna, en los cielos.

Madre de la Iglesia, madre buena, hazme humilde para que acepte la verdad eclesial, para que viva dentro de la fe de la Iglesia, para que viva dentro de la unidad, dentro de la humildad que tu Hijo exige para ser niño y sencillo.

¡Oh Madre bendita! ¡Madre de la Iglesia! En estos tiempos difíciles que corremos, ¡qué necesidad de vivir todos unidos formando un bloque compacto! Solamente así seremos cuerpo de tu Hijo, rebaño guiado por el único Pastor, hasta que un día lleguemos a formar unos solo, donde todos los hombres se reúnan, donde no haya división ni segregación de ningún tipo.

Madre de la Esperanza, Madre de la Iglesia, confiamos como siempre, en ti.

 

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