día 6

Si a algo estás enganchado

no eres libre, estás atado.

 

 

CUENTO

 

VIDA DE MAXIMILIANO KOLBE

Hay momentos en la vida de los pueblos que son especialmente difíciles. La guerra, el hambre, la esclavitud y otras calamidades privan a las personas de lo que necesitan y de sus derechos más elementales. Entonces, los valores como compartir, amistad, ayuda… resultan más complicados, pero siempre hay alguien que da la talla mostrando una calidad humana excepcional.

Aquí tienes un impresionante testimonio; un humilde franciscano que, como otros muchos cristianos, parece hacer realidad la imagen del Siervo de Yahvé.

Maximiliano Kolbe nació en 1894 en Zdunska-Wola (Polonia), en el seno de una humilde familia de tejedores. A los trece años ingresó en la Orden de los Franciscanos Menores.

Completó sus estudios en Italia y a los 24 años se ordenó sacerdote franciscano.

Marchó a Japón y al regresar a Polonia estalla la segunda guerra mundial, en la que su país fue ocupado por el ejército alemán. Pronto fue detenido y, tras recorrer varias prisiones, el 28 de mayo de 1941 fue conducido al durísimo campo de concentración de Auschwitz.

Un día, uno de los compañeros de barracón de Maximiliano se fugó… Lo que ocurrió entonces marcaría definitivamente la vida de Franciszek, otro de los encarcelados. Él mismo cuenta lo sucedido:

“ Yo era de los más veteranos en el campo de concentración; en un brazo me habían tatuado el número de recluso: 5659. Una noche, al pasar lista, uno de nuestros compañeros no respondió. Se había fugado.

Comenzó a sonar la alarma; los oficiales del campo desplegaron los dispositivos de seguridad y salieron patrullas por los alrededores.

Aquella noche, los presos nos retiramos aterrorizados a nuestros barracones. Sabíamos lo que nos esperaba: si no lograban dar con el evadido, acabarían con diez de nosotros.

Al amanecer nos hicieron formar a los 10000 reclusos; nos mantuvieron en posición de firmes hasta el mediodía. Como estábamos muy débiles debido al duro trabajo y a la escasa alimentación, muchos compañeros fueron cayendo bajo el sol implacable.

Hacia las tres de la tarde nos dieron algo de comer y volvimos a la posición de firmes. Así permanecimos hasta la noche.

Finalmente, el coronel Fristch volvió a pasar lista y nos anunció la terrible noticia:

-          “Diez de vosotros seréis ajusticiados”.

Al amancer del día siguiente el propio Franciszek era elegido por el coronel de las SS para ser ejecutado junto con otros nueve compañeros, en represalia por el que se había fugado.

-          Tú, tú, tú… - señalaba con el dedo el coronel Fristch.

Al llegar a Franciszek, éste comenzó a sollozar:

-          ¡Ya no volveré a ver a mi mujer ni a mis hijos…!

Maximiliando Kolbe, conmovido al oírle, dio un paso adelante y, dirigiéndose a al coronel, le dijo:

-          Soy un sacerdote católico; ya soy viejo. Quiero ocupar el puesto de este hombre, quien tiene mujer e hijos.

Así fue. Aquella noche Franciszek, abrazado a su salvador, no se resignaba a que llevaran a Maximiliano a la celda que a él le había correspondido.

Al día siguiente, Maximiliano Kolbe fue conducido a la cámara de la muerte, donde pereció de hambre el 13 de agosto de 1941.

Durante los días que estuvo allí encerrado se dedicó a animar al resto de presos y cantar canciones a la Virgen, los propios carceleros fueron testigos de su entereza hasta el final.

Fue llamado “ El santo de la segunda guerra mundial” y “El santo de los campos de concentración”. EN 1982 fue canonizado (reconocido como santo) por el Papa San Juan Pablo II. Entre los presentes se encontraba Franciszek, que aún vivía.

 

DESCARGA