día 2
De servicio y renuncia gozosa
es la vida religiosa
DIEGO ERNESTO
Conversión al seguimiento
Esto se entiende de la siguiente manera: el joven rico que vino al Señor quería unirse al grupo de los apóstoles y le preguntó:
–Señor, ¿qué tengo que hacer para salvarme? –o para santificarme, lo traducen de varias maneras–.
Dice el Señor:
–Primero, cumple los mandamientos.
–Ya los cumplo.
–Pues entonces, si quieres más –o si quieres llegar a caminar, o si quieres llegar a ser perfecto, como se quiera traducir–, anda, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres; luego, ven y sígueme (Lc 18,20-22).
Dice el Evangelio que el pobre muchachillo bajó la cabeza, renunció a seguir a Cristo y se fue porque creyó que todo consistía en renunciar a las cosas agradables que tenía.
No se dio cuenta de que todo estaba en ir con Cristo y esto es lo más maravilloso que hay. Ese es el seguimiento. Por eso, si crees que convertirte al Señor consiste en dejar la ropa, los perfumes, la tele, el cine, la discoteca, las niñas, el dinero, tu vanidad, tu soberbia... Si lo miras así… Te cuesta tanto porque eres un pobrecillo hombre pecador, pero fíjate en esto: a lo que te llama el Señor es a que te vayas con Él, a que le sigas a Él. ¡Y Él es tan maravilloso! ¡Vale tanto! Él es el tesoro escondido, por el cual vende uno todo lo que tiene. Cuando descubras a Cristo y te entregues a seguirle ya no te importarán nada la ropa, los perfumes, las pinturas, el tabaco, las mujeres, la discoteca... Todo te importará poco, o lo tendrás, según vayas viendo que al Señor le interesa.