día 4

El célibe es modelo de entrega

en fraternidad, de lucha y de libertad

 

TESTIMONIO 1

El camino hacia la vocación…. de Oliva Díaz.

 

Alguna vez en la vida te preguntan con qué adjetivo te definirías; yo elegí : apasionada.  Desde pequeña he sido muy sensible, afectiva con cada acontecimiento personal o con las personas, conocidas o no,  que han tenido sus vidas marcadas por el dolor y también por la alegría.

 

A los 15 años tuve mi “primer amor” que duró 2 meses.  Después conocí al “amor de mi vida” juvenil, que me dejó y ello me produjo mucho dolor, porque yo era capaz dejarlo todo por él, pero la muerte de su amigo le afectó tanto  que los demás ya no importaban para él.  Y así fui conociendo a otros chicos,  teniendo 2  noviazgos largos;  en el último de ellos , estuve a punto de casarme.  Habíamos comprado una casa entre los dos,  pero cuando la terminaron de construir,  lo dejamos, casi a la puertas de la Navidad del año 2001.

 

Fue en este momento, cuando decidí pararme, cuando empecé a escucharme, pero todavía mi corazón y mi mente no estaba dispuesta a escuchar “ otra voz” más fuerte que “mi yo”, mi ego, mi….. Quería hacer lo que tuviese ganas, sin ataduras,  sin compromisos, dejaba que los sentimientos florecieran y yo iba al ritmo de ellos, como si volviese a tener nuevamente 15 años.  Desde pequeña me habían educado para casarme ; es decir, la única vocación que yo conocía era el matrimonio, tener hijos….. pero nunca estuve llamada a ello.   Recuerdo que cuando hablaba con mi novio de los hijos que íbamos a tener , le decía : “ yo voy a tener los hijos que Dios y tú queráis, porque por mí, no tengo hijos, pues no tengo vocación de madre”.   Pensaba sólo en mí, pero también estaba ya haciendo un discernimiento vocacional, sin querer.  Estaba “sonando”   la llamada que no quería escuchar, porque tampoco había hecho “silencio” en mi vida para escucharla.

 

Dos meses antes de dejar esta relación, nos fuimos de viaje a Galicia, haciendo la ruta de Santiago en coche.  Cuando llegué a Santiago de Compostela por primera vez, le prometí al apóstol que la próxima vez que entrara en Santiago iba a ser a pie.  Allí, en ese momento, tuve una de las experiencias que ha marcado mi vida:   Conocí a Jenaro, sacerdote de la catedral de Santiago que se encontraba en el confesionario número 2.  Quise confesarme y hablé con él.  Nunca imaginé que una confesión de 45 minutos podría tener los efectos y las consecuencias futuras que marcarían mi estado vocacional para toda la vida.   El Padre Jenaro, al final de la conversación y confesión solo me decía que buscara aquello que me  hiciese feliz, que él no me veía alegre…. ¡ y me acababa de conocer!  Fue tan bonito, tan profético, tan revelador…. Nunca lo olvidaré, porque después mi vida tomaría otro rumbo, que no podía imaginar.

 

Ese año “sabático” 2002, decidí que mi vida tenía que cambiar,  y ya no quería tener más novios, más relaciones, porque me sentía “fracasada”.  Reflexionando de lo que había sido, llegué a la conclusión final que , no eran ellos los que habían tenido la “culpa” de que lo hubiésemos dejado  ( pues pensaba que uno era aburrido, el otro un loco, el último, celoso … ); es decir,  ellos eran los “imperfectos” y yo no,  hasta que descubrí que era yo la que no estaba llamada a la vocación matrimonial,  tan preciada por Dios para continuar su obra.    Descubrí  que no era feliz.

 

Siempre quise hacer el camino de Santiago,  tenía muchas ganas de tener esa experiencia.  El camino fue revelador del cambio que se estaba produciendo en mí.   Como los sentimientos todavía estaban “revueltos”, conocí a gente de todo tipo y me dejé llevar.   No tenía compromisos, no pensaba qué me podía hacer más o menos feliz.  Pero cuando llegué a Santiago de Compostela, empecé a plantearme cómo caminar por otra ruta en mi vida.

 

Ese mismo año, un amigo mío, que hoy es  sacerdote, me invitó a hacer una experiencia de discernimiento vocacional que se llamaba MONTE HOREB.  Fui descubriendo poco a poco “la voz” que estaba distorsionada en mis oídos….. iba escuchando al Señor en los acontecimientos.

 

  Al final de la experiencia MONTE HOREB fui nuevamente al camino de Santiago, con unos amigos y nos volvimos a encontrar con el P Jenaro.  Ese camino no pude terminarlo a pie, porque padecí gastroenteritis a 50 km del final ;  pero fue el P. Jenaro quien me acompañó en esa etapa, que en lugar de caminar, descansamos.   Lo que para mí fue una frustración, se convirtió después en una GRACIA.  El P. Jenaro nos hizo un regalo a algunos peregrinos que lo conocíamos:  celebramos la Eucaristía junto a los restos del Apóstol, en la Cripta de Santiago….Hoy, el P. Jenaro está gozando con el Señor, acompañando a los peregrinos en sus vidas.

 

  Y  desde Santiago, a los ejercicios espirituales ignacianos en Barcelona …. Toda una ruta para llegar al Señor. 

Sabía que iba a rezar, a estar con el Señor, porque mi acompañante espiritual me lo había recomendado….. pero no sabía que el penúltimo día de los ejercicios el Señor me iba a llamar para Él …. En la adoración a la Cruz, no puedo explicar con palabras lo que sentía.   Y fue en ese momento, ese día de San Mateo, 21 de septiembre de 2003, cuando le dije al Señor, en privado, que sería para Èl toda mi vida.  El celibato ya no era una posibilidad, era mi vocación.

 

Santa María Magdalena es mi santa preferida, porque amó mucho al Señor, porque fue capaz de dejar toda su vida pasada artificial y que no le hacía feliz, por Jesús.   Y fue , después de María,  la primera misionera de la Resurrección.  Es por eso, que, como la Santa, estoy llamada a vivir la alegría de la Resurrección para los demás, amando a Aquel que me amó primero.

 

La llamada estaba, pero no sabía dónde “encajarla”, en qué grupo, en qué congregación, organización, colectivo…La fe, la vocación, no podía vivirla sola…. Entonces, conocí a MIES, en el año 2004.  Su carisma apostólico con niños y jóvenes me enamoraron, pues había sido catequista en la parroquia hasta ese momento y me encantaba; y sobre todo, ese Amor a Jesús y María  que desparramaban los pocos  hermanos MIES que yo iba conociendo, todavía me entusiasmaba más.  Descubrí una gran familia y ya era feliz plenamente como célibe, catequista y misionera.   Sin conocer al P. Ernesto, me ilusionaba escuchando hablar de él y de muchos hermanos que ya estaban en el cielo…..el 27 de diciembre de 2007, día de nuestro Patrón San Juan Evangelista, pronuncié mi sí definitivo como célibe MIES, en el corazón de la Iglesia, a la que quiero como Madre y la que inició el proyecto de Dios en mí.

 

Estemos siempre alegres en el Señor ¡!!!!!

 

 

Oliva Díaz

 

 

 

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