día 3

El valiente misionero

es de Dios su mensajero

 


 

EQUIPO

 

Partimos de la vida

Érase una vez una pequeña vela que vivió feliz su infancia, hasta que cierto día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito negro y finito que sobresalía de su cabeza. Una vela vieja le dijo que ese era su "cabo" y que servía para ser "encendida". Ser "encendida" ¿qué significaría eso?. La vela vieja también le dijo que era mejor que nunca lo supiese, porque era algo muy doloroso.

Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aun cuando le habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida. Pronto, este sueño se convirtió en una obsesión. Hasta que por fin un día, "la Luz verdadera que ilumina a todo hombre", llegó con su presencia contagiosa y la iluminó, la encendió. Y nuestra vela se sintió feliz por haber recibido la luz que vence a las tinieblas y le da seguridad a los corazones.

Muy pronto se dio cuenta de que haber recibido la luz constituía no solo una alegría, sino también una fuerte exigencia… Sí. Tomó conciencia de que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse… Entonces su alegría cobró una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.

A veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un "estar ahí", tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz para no sentirse tan molesta.

También se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar la luz desde el interior, se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.

Más aún: su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existían muchas velas apagadas. Unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz. Otras, por miedo a derretirse. Las demás, porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupada: ¿Podré yo encender otras velas? Y, pensando, descubrió también su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.

Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba velas por todas partes. Velas viejas, velas hombres, velas mujeres, velas jóvenes, velas recién nacidas, velas blancas, velas negras,…. Y todas bien encendidas.

Cuando presentía que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, identificándose con ella, dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: ¡Cristo está vivo en mí!

o   ¿Crees que tú también puedes ser una vela como la de la historia?

o   ¿Cuál crees que es “La Luz verdadera que ilumina a todo hombre”?

o   ¿Crees que esa Luz verdadera ha llegado a ti?

o   ¿Conoces a otras velas que están apagadas?

o   ¿Por qué se encuentran apagadas?

o   ¿Puedes encenderlas? ¿Cómo?

 

 

Tu Palabra nos da VIDA

Jr 1, 4-10

Recibí esta palabra del Señor: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.» Yo repuse: «¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.» El Señor me contestó: «No digas: “Soy un muchacho”, que adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor. El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo: «Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar.

 

 

La VIDA en Oración

Es bueno darte gracias, Señor, de corazón, y cantarte con gozo cada día.

Es bueno proclamar por la mañana tu bondad y por la noche decirte de verdad que me has amado. 

Es bueno decir que tus acciones, Señor, son mi alegría y mi esperanza.

Es bueno decirte que las obras le tus manos son júbilo y fiesta para mí.

Te doy gracias por el don maravilloso de la vida. 

Te doy gracias por el don entrañable del bautismo.

Te doy gracias por el don gozoso de la vocación.

Te doy gracias por el don precioso de tu Espíritu.

Te doy gracias por el don sabroso de tu Palabra.

Te doy gracias por el don único de tu Pan de vida.

Qué grandes son tus obras, Señor.

Qué profundos son tus designios.

Qué grandes son tus proyectos para nosotros. 

Qué profundos son tus deseos para el que te busca. 

Es bello, Señor, vivir siendo Tú el centro de mi vida. 

Es bello, Señor, saber que tú eres el Señor de mi vida. 

Muchos no te conocen, Señor, y me da pena que pongan su vida en cosas que se acaban. 

Muchos no saben que tú eres Padre y que nos quieres a todos con ternura.

Tú eres grande para siempre.

Tu amor me inunda y me hace feliz. 

El hombre honrado florecerá como palmera, se abrirá como un trigal fecundo, siempre tendrá el fruto a mano.

Y su vida ante Ti, Señor, será preciosa.

Es bueno darte gracias, Señor, y cantarte de gozo cada día.

Es bueno abrir el corazón de par en par y dejar que tu luz inunde de tu paz toda la vida.

 

 

 

Entrega tu VIDA

Los compromisos del día de hoy pueden ser a modo de pistas:

1.- Animar a los que hoy veamos tristes

2.- Llevar a hacer oración a algún amigo a la capilla

3.- Estar todo el día legre y contagiar la alegría

4.- Dedicar un ratito del día a ir a la capilla y hablar con Jesús

5.- Ayudar a alguien del campamento a hacer alguna tarea

6.- …

 

      

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Diego Ernesto