día 2

De servicio y renuncia gozosa

es la vida religiosa

 

 

 

EQUIPO

Partimos de la vida

 

Aquí la propuesta básica sería realizar una pequeña dinámica para ver cuál es el conocimiento actual que tienen los jóvenes de la figura del sacerdote o religioso/a, podemos hacerlo de una manera general, con imágenes de diversas personas, conocidas o famosas, como políticos, deportistas, artistas del cine o la canción y colocar entre ellas por ejemplo imágenes del Papa Francisco, San Juan Bosco, Diego Ernesto, Theresa de Lisieux, Teresa de Calcuta, Carlos de Foucauld, San Francisco etc. Y pedirles que las definan o con una palabra o con las características que creen que les definen.  (Las fotos están en un *.rar del cajón de recursos, pero si quieres puedes buscar otras). Se podría dividir el grupo en dos o tres subgrupos y darles dos o tres imágenes y que en unos minutos preparasen una breve presentación del personaje y discutir brevemente entre todos lo presentado.

 

Como alternativa se propone en el cajón trabajar la canción Solamente Tú de Pablo Alborán, para hablar de la forma en que el Sacerdote o Religioso siente a Dios como aquel al que entregarse plenamente y dar así sentido a su vida, pero podemos preguntarles a los jóvenes que les produce o les evoca escuchar esta canción, que está compuesta realmente para cantar a la persona de la que uno está enamorado, y ese sentimiento se puede extrapolar a la vida del que decide dejarlo todo para unirse más plenamente al Señor, entregando su vida a anunciar y alabar su nombre.

 

 

la palabra nos da VIDA

 

Sobre el Sacerdocio:

 

Mc 3, 13-19: La elección de los 12

 

“Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios: Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.”

 

En este texto Se destacan, más allá de los nombres que son meramente un listado, las dos características esenciales de la misión del sacerdote, aunque también están unidos a la vida del consagrado, estar con él y ser enviado a anunciar la Palabra. Expresando que la vida consagrada tiene dos dimensiones fundamentales: la unión íntima con el Señor desde una vida de profunda oración y comunión con Cristo de forma plena y exclusiva; y la misión, el envío a los otros para hacerles descubrir esa alegría del Dios que les ama y llama a la felicidad.

 

 

Sobre la vida consagrada:

 

Is 61, 1-4.10-11: El ungido del Señor

 

“El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad; para proclamar un año de gracia del Señor.

 

Para dar a los afligidos de Sión una diadema en lugar de cenizas, perfume de fiesta en lugar de duelo, un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido.

Los llamarán «robles de justicia», «plantación del Señor, para mostrar su gloria».

Reconstruirán sobre ruinas antiguas, pondrán en pie los sitios desolados de antaño, renovarán ciudades devastadas, lugares desolados por generaciones.

 

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha puesto un traje de salvación, y me ha envuelto con un manto de justicia, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.”

 

Este texto que el mismo Jesús usó para definirse ante su pueblo, nos revela cual es el objeto de la vida consagrada, es anunciar la gloria del Reino de Dios en medio de su pueblo, para aliviar el dolor del que sufre y la soledad del abandonado. Para poder gozar revestidos del amor de Dios que hace brillar y brotar lo mejor del ser humano, la justicia y el amor de Dios.

 

La VIDA en oración

 

En este momento final de la reflexión nos ponemos delante del Señor y oramos por la vida de aquellos que entregan de una manera plena su vida a favor de los hermanos y la Iglesia:

 

Por los sacerdotes que, siguiendo la llamada del Señor, se entregan a él al servicio de todos, para que tengan un corazón grande y lleno de amor por todos los hombres. Roguemos al Señor.

 

Por los religiosos de vida contemplativa, que dejándolo todo se entregan para ser en el corazón de la Iglesia el amor que desde la oración nutre y vivifica a la Iglesia ante el Señor. Roguemos al Señor.

 

Por todos los sacerdotes y religiosas que, desde la labor educativa, ayudan a transmitir los valores y la riqueza del evangelio a las nuevas generaciones. Para que su esfuerzo y trabajo sea valorado y reconocido. Roguemos al Señor.

 

Por todos los religiosos y religiosas que se dedican a la atención de pobres, enfermos y ancianos, para que su testimonio y servicio muestren el rostro misericordioso de Dios, Padre y amor, en medio del mundo. Roguemos al Señor.

 

Por todos nosotros, para que, cada uno desde la vocación a la que Dios nos llame, seamos capaces de responder con generosidad y amor; siendo reflejo del amor de Dios en medio del mundo. Roguemos al Señor

 

Padre Nuestro

 

Oración:

 

Padre Celestial

 

Haz que nuestros sacerdotes sean fortalecidos y curados

Por el poder de la Eucaristía que celebran

Que obtenga el valor y la sabiduría por medio de las palabras que predican.

 

Oramos para que todos aquellos a quienes tratan de servir.

Vean en ellos el amor y el cuidado de Jesús

Nuestro sumo y eterno sacerdote, que es el Señor por los siglos de los siglos.

 

Oramos también por la vida de tantas familias religiosas que, desde su carisma propio, oran incesantemente, sirven desinteresadamente y se entregan con generosidad para dar testimonio de tu amor en el mundo.

 

María, madre de la iglesia, mira con ternura a tus hijos, nuestros sacerdotes, religiosos y religiosas. San José, patrón de la iglesia universal, ruega por todos nosotros.

 

Entrega tu VIDA

 

 Podemos proponer para este día intentar vivir una actitud de servicio, pendientes de las necesidades del que está a mi lado, como hacía Teresita, especialmente de alguien a quien no conozca mucho o que no me caiga especialmente bien. Fomentar el hacer gestos desinteresados de servicio o rezar de forma especial por alguna persona. Vivir esas actitudes que marcan el sello de la vida consagrada al Señor.

 

Como acciones concretas:

 

Servicio:

 

-          Ayudar a quien veamos especialmente fatigado por el peso del camino, compartiendo tiempo y carga con él.

-          Proponernos a lo largo del camino estar atentos a nuestro alrededor y ser prontos a la hora de ofrecernos para lo que se necesite, poniendo nuestras cualidades al servicio de los hermanos.

 

Oración:                     

 

-          buscar un momento del día para orar por alguien que creamos que lo necesite dentro del grupo.

-          Orar por las personas que rezan por nosotros, por nuestro viaje y por los frutos de nuestra experiencia.

 

Contenido de la catequesis:

 

(Esta parte es conocimiento general de cara a poder explicar a los jóvenes qué es la vida sacerdotal y religiosa, lo ideal es que el que dé el grupo lo lea antes para tener claras las ideas y prepare un breve resumen que les explique lo esencial, aunque al final del texto os dejaré unas claves, que espero que sirvan. El texto es un poco árido, pero espero que se entienda lo esencial)

 

Lo primero que tenemos que tener claro es que, en la vida de la Iglesia, recibimos del Señor dos estados vocacionales principales: La vida en matrimonio o familia y la vida consagrada.

 

Esta última tiene varias concreciones diferentes, como pueden ser la vida célibe, el sacerdocio secular o la vivencia de la vida consagrada en una familia religiosa concreta, ya sea como sacerdote regular, fraile, monje, monja o religioso/a de vida activa.

 

La verdad es que es una cuestión compleja, pero a la vez tremendamente sencilla: toda vocación es simplemente vivir nuestra dimensión de respuesta al amor de Dios en los hermanos conforme a lo que Dios ha puesto en nuestros corazones.

 

Fundamentalmente en este día vamos a hablar del sacerdocio ministerial y la vida religiosa en sus diferentes facetas.

 

El Sacerdocio ministerial es aquel que se recibe mediante el Sacramento del orden y que puede vivirse dentro de la familia diocesana o diócesis, siendo entonces llamado sacerdocio secular o diocesano (secular porque se vive en medio del pueblo de Dios, entre la gente laica, antiguamente llamado seculum en latín, que significaba siglo, es decir los que viven conforme al tiempo presente). Como contraposición está el sacerdocio que se vive insertado en una orden religiosa, que tiene sus reglas de vida concretas y se vive en comunidades de vida, de ahí que se le llame sacerdocio regular, es decir conforme a una regla de vida que le hace vivir separado del resto del mundo.

 

De esta forma viven también aquellas personas que sin recibir el orden sacerdotal quieren vivir su vida consagrados al Señor (es decir separados, o segregados del pueblo de Dios para estar con el señor, ese es el sentido de la palabra consagrado). De alguna manera la vida religiosa nos muestra en un anticipo o “tráiler”, por usar un término más cinéfilo, la vida a la que estamos llamados junto al Señor. Estos hombres y mujeres, que fieles a una regla de vida y una espiritualidad concreta, son lo que comúnmente llamamos frailes y monjas, que viven entregados por completo al Señor. Dentro de estos consagrados, los encontramos divididos en dos grupos fundamentales: Vida contemplativa y activa.

 

La vida contemplativa es en esencia la que viven aquellos hombres o mujeres que se retiran del mundo para poder dedicar su vida y su tiempo a la meditación y la oración por los frutos del trabajo pastoral de la Iglesia y para dar gracias a Dios por todo lo que nos da, llevando a cabo las obras e. A este tipo de vida religiosa pertenecen las hermanas carmelitas descalzas, como nuestra mentora Santa Teresa de Lisieux, cuya vida en el convento, rezando y orando por los misioneros le valió, sin salir del convento para ser nombrada patrona de las misiones por el Papa Pio Xi y doctora de la Iglesia, es decir maestra de la fe, por S. Juan Pablo II a finales del pasado siglo. Porque una vida dedicada a contemplar y alabar las maravillas del Señor no está reñida con una vida plena y feliz, que anuncia el gozo de la comunión con el Señor que estamos llamados a vivir en la vida eterna

 

La Vida activa en la vocación religiosa es aquella en la que los consagrados se dedican a ser en medio del mundo, signo del amor misericordioso de Dios, a través de la vivencia de las obras de la misericordia, ya sea espirituales o corporales, dedicados a servir a los pobres, a los enfermos, a los encarcelados, a los niños o a los ancianos. Hay órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza, al servicio y acompañamiento de los pobres, los enfermos, los encarcelados etc. Ellos son las manos y los pies del Señor, encarnando en ellos la caridad de la Iglesia de un modo pleno y entregado. A este estilo de vida religiosa pertenecieron por Ejemplo nuestros mentores San Francisco de Asís y San Juan Bosco, además de grandes Santos de iglesia universal como Santa Teresa de Calcuta.

 

Claves esenciales:

 

Sacerdote:

 

-          Llamado por el Señor a ser en medio de la comunidad cristiana signo de Cristo, buen Pastor, que les guía y acompaña en el camino de la vida

-          Lo hace fundamentalmente a través de los ministerios de la Palabra y los sacramentos.

-          Anunciando la Palabra de Dios e iluminándola mediante la homilía y la catequesis.

-          Celebrando los sacramentos, especialmente la reconciliación y la Eucaristía, a través de las cuales se convierte en instrumento de la misericordia de Dios y propicia la comunión con Dios, actualizando el valor salvífico del sacrificio Pascual de Cristo.

-          Acompaña e ilumina el camino espiritual de aquellos que le son encomendados, desde las claves del discernimiento de la voluntad de Dios y la guía del Espíritu en la vida de los hombres.

-          Debe amar y orar por su pueblo, viviendo una vida en la que la oración y el servicio deben ser las claves desde las que su vida se dirija.

-          El sacerdote es: “el hombre que pasa la mitad de su vida hablando a los hombres de Dios y la otra mitad hablando a Dios de los hombres”

 

 

Religiosos y consagrados:

 

-          Llamados por el Señor a ser signo de la vida bienaventurada a la que estamos llamados por el bautismo, siendo testimonio con su vida de la plena entrega a Dios y al proyecto del Reino, con corazón indiviso, siendo plena y enteramente de Dios y para su Iglesia.

-          Viven su vida ordenada a los consejos evangélicos desde los tres votos de Obediencia, Pobreza y Castidad.

-          Pueden consagrar su vida a la Oración por el Pueblo de Dios, desde la contemplación y la oración, alejados físicamente del mundo, pero inmersos en él de corazón y espiritualmente. Sustentando el trabajo de los que viven consagrados a la evangelización y alabando a Dios día y noche.

-          O pueden consagrar sus vidas a la misión evangelizadora de la Iglesia desde los carismas de la Enseñanza, la Caridad y el servicio, siendo las manos y los pies del Señor en medio de este mundo. Revelando el rostro misericordioso del Señor que cuida y se preocupa siempre de sus hijos, especialmente de los más necesitados.

-          Generalmente viven en comunidad, revelando así el carácter comunitario de la vida de la Iglesia, conforme a una espiritualidad y regla de vida concretas.

 

 

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