día 4
El célibe es modelo de entrega
en fraternidad, de lucha y de libertad
TESTIMONIO 2
Mi testimonio de célibe (Maleny Nieto)
Desde los 15 años, cuando hice unos Ejercicios Espirituales en Villa San Pedro con las niñas del Colegio donde me eduqué, las Esclavas Concepcionistas, empecé a plantearme si el Señor me quería sólo para Él, pero al mismo tiempo, aunque quería mucho a las monjas, no me veía con vocación de entrar en esa Congregación.
Yo conocía a Mies desde niña, porque “La Congre” del Padre Ernesto estaba en mi barrio, y asistía a reuniones, equipos, pandillas, pero no entré de pleno hasta que hice unos Ejercicios Espirituales con el Padre Diego Ernesto. Al poco tiempo me hice Mies y le decía al Padre que me parecía que tenía vocación de célibe, porque es como si notara que el Señor se ponía celoso cuando tonteaba con los muchachos, sentía que el Señor me quería para Él sola y Diego Ernesto me daba largas y yo le insistía, hasta que un día me dijo que asistiera a una reunión de célibes. Esa fue para mí la prueba.
Cuando tenía 23 años, hice la entrada en Mies con la Promesa de mi vocación de célibe. Lo hice con plena libertad, siendo consciente de a lo que me comprometía, sin sentirme en absoluto coaccionada.
Nunca he tenido novio, ni he salido en pareja y aunque para mí supuso uno de los pasos más difíciles que he dado en mi vida, por lo enamoradiza (platónicamente) que soy y porque tenía el amor con un hombre como idealizado, no me arrepiento de haberle correspondido al Señor en la llamada a ser su esposa, porque me he sentido y me siento muy feliz.
Y aunque he tenido momentos difíciles, en los que he experimentado palpablemente la protección de nuestra Madre, no se me ha pasado nunca por el pensamiento abandonar mi vocación.
Me considero una mujer súper afortunada, porque me ha dado, cómo Él dice, el ciento por uno. Por eso, la oración que me sale continuamente, es la de alabar y bendecir al Señor por mi vocación Mies y de célibe, por mi vida, por las personas que me han rodeado, por cada cosa que me sucede, por todo.
Los célibes hemos escogido a la mejor pareja, el Señor, que nunca nos será infiel, el único que nos puede hacer auténticamente felices y para siempre.
Maleny Nieto Álvarez