Día 2: De un humilde corazón, nacerá la
salvación.
Introducción
Se comienza el grupo leyendo la lectura del día,
sin prisas y pidiendo a los niños que estén atentos a los detalles, que luego
vamos a hablar de ellos.
Lectura: “Ocurrió
en aquellos días que salió una ley del César Augusto, para hacer un censo de
todos los habitantes. Este primer censo se realizó mientras Cirenio era
gobernador de Siria. Todos iban para inscribirse en el censo, cada uno a su
ciudad. Entonces José también subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret; a
Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, porque él era de la casa y
familia de David; para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Pasó que, mientras ellos estaban allí, se cumplieron los días de su embarazo, y
dio a luz a Jesús. Le envolvió en paños y le acostó en un pesebre, porque no
había lugar para ellos en la posada.” (Lc 2, 1-7)
1.-
Partimos de la vida
María ya llevaba nueve meses embarazada de Jesús.
Imaginad cómo tiene que ser para una muchacha esta situación: estaría nerviosa
porque ya mismo nacería ese hijo tan esperado, tan deseado. Seguramente tendría
planeado cómo sería el parto, intentaría reposar los últimos días de embarazo,
no sólo para que el parto no se adelantase y todo saliese bien, sino también
porque le dolería la espalda, las piernas… un embarazo es difícil. Y de
repente, de un día para otro, el César decide que todo el mundo debe viajar al
pueblo que les toque, en su caso a Belén, para inscribirse en el censo. Uf, qué
palo… el momento no podría ser más inoportuno…
Para que nos hagamos una idea, no era un viaje
fácil en absoluto, la distancia entre Nazaret y Belén viene a ser la misma que
entre Málaga y Córdoba o entre Andújar y Granada, pero sin coche, sin
carreteras y sin gasolineras ni restaurantes en los que descansar, claro. Hicieron
todo el camino, María en burro y José a pie… ¡más de 150 kilómetros!
Cómo tuvo que sentirse María cuando, al llegar a
Belén, no pudieron encontrar una posada y tuvieron que irse a un establo lleno
de animales. ¿Os imagináis? Y encima le llega el parto, en la peor situación en
la que podía ocurrirle.
Sin embargo, después de todo, Jesús nació bien y
llegó a ser un gran hombre. Seguro que cuando María lo tuvo en sus brazos por
primera vez sonreiría. Lo pasó mal, seguro que lo pasó muy mal, pero al final
acabaría sonriendo y dando gracias a Dios por haberle dado un niño tan guapo y
que sería tan importante para el Mundo.
Vamos a pensar nosotros en qué cosas nos hacen
pasarlo mal, qué cosas nos hacen pasar malos ratos: cuando nos regañan o nos
castigan nuestros padres nos sentimos mal y enfadados, cuando la maestra nos
pilla sin haber hecho los deberes y nos regaña o nos manda una nota a casa,
cuando un amigo te deja tirado o se enfada contigo, cuando nos dan una nota
mala de un examen, cuando… (El responsable puede añadir todas las que se le
ocurran y, si lo ve oportuno, puede pedir a los niños que también den ideas)
Como veis, muchas cosas nos hacen sentirnos mal
día a día, y a veces nos centramos tanto en ellas que no podemos ver más allá y
darnos cuenta de la parte positiva que todas ellas tienen, al igual que María
después de dar a luz a Jesús. Vamos a intentarlo, en todas las cosas malas que pueden
pasarnos, vamos a buscar lo bueno que pueda haber en ellas:
Dinámica: Podemos llamarlo “El
juego positivo” o cualquier nombre que se nos ocurra del estilo, o simplemente
decir que vamos a hacer un juego, como se vea adecuado.
Se harán dos equipos, la mitad a un lado de donde
estemos reunidos y la otra mitad al otro lado. El juego se hará por rondas en
las que los dos equipos se alternarán el ser “el equipo negativo” y el otro “el
equipo positivo”. En la primera ronda, uno de los dos equipos tendrá que
plantear una cosa que les hace sentirse mal y el otro equipo tendrá un tiempo
para reunirse y buscar la parte más positiva posible, cuanto más positivo y
mejor dicho esté, mejor será la respuesta. En la ronda siguiente se cambiarán
los roles y el equipo positivo pasará a ser el negativo y viceversa.
Así se jugarán unas cuantas rondas, hasta que se
vea conveniente.
2.- Tu
Palabra nos da VIDA
Ya hemos leído la lectura, y hay muchas cosas que
podemos intentar aprender de María. Una de ellas ya la hemos hablado, esa
actitud positiva suya de alegrarse por lo que ocurre a pesar de haberlo pasado
mal por llegar hasta allí. Sin embargo, hay muchas más cosas que podemos
aprender de Ella.
Un poco más adelante, Lucas nos cuenta algo muy
interesante sobre María. Dice Lucas que, tras nacer Jesús, un ángel avisó a
unos pastores y ellos fueron a ver al niño recién nacido. Pues bien, mirad lo
que cuenta sobre este momento:
“Fueron
deprisa y hallaron a María, a José y al niño acostado en un pesebre. Al verle
se dieron cuenta de la grandeza de ese niño. Todos los que lo vieron quedaron
maravillados y los pastores no paraban de alabar al niño. Todos se asombraban
de lo que se hablaba de él, pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas
en su corazón.” (Lc 2, 16-19)
Habría que imaginarse la estampa, encima de lo
complicado del parto empieza a llegar gente allí, pastores que empezaron a
decir cosas increíbles sobre Jesús. Imaginaos que sois María, tenéis a Jesús en
brazos y un montón de gente empieza a deciros: “¡Este es el Salvador!” o
“¡Bendito sea este niño!” o “¡Al fin ha llegado a la Tierra el Mesías que
esperábamos!” … Yo al menos me quedaría, cuanto menos, sin saber que responder,
y probablemente me llenaría de orgullo y empezaría a decirles a todos que sí,
que mi niño es todas esas cosas buenas que ellos dicen y empezaría a presumir
de él. Pero María no actúa así, ¿qué es lo que María responde ante todas esas
cosas?
Simplemente, no responde. Dice Lucas: “Pero María
guardaba todas esas cosas, meditándolas en su corazón”. Estas palabras las
repite Lucas en varios momentos a lo largo del Evangelio, es decir, a Lucas le
impresionó mucho esta actitud de María, la humildad con que guardaba todas esas
cosas en su corazón y las meditaba.
A nosotros muchas veces nos gusta sacar a relucir
lo bueno que hacemos y presumir de ello, es cómodo y nos sentimos mejores
cuando lo hacemos.
¿Somos
humildes en nuestra vida?
Es decir, preguntaos si sois capaces de actuar
como María, que fue humilde en todo momento, actuando con sencillez, sin
esperar ser reconocida ni ser elogiada. Ella simplemente actuaba por hacer el
bien, sin más objetivo que ese. Cuando nosotros hacemos las cosas bien a veces
buscamos que nos “premien”, es decir, hacemos lo que tenemos que hacer
esperando que nos den un regalo a cambio, porque si no, no merece la pena
hacerlo. A veces sólo hacemos los deberes si la maestra nos pone un positivo,
porque si no, no sirve para nada hacerlos; o no ayudamos a hacer las tareas en
casa a menos que mis padres me dejen a cambio ver más rato la tele o jugar más
a la videoconsola. A veces no pensamos que debemos hacer los deberes porque
necesitamos aprender o que hay que ayudar en las tareas porque hacemos muy
felices a nuestros padres.
¿Intentamos
hacer felices a los que nos rodean?
Uy, hablando de esto de hacer muy felices a
nuestros padres se me ocurre que no sólo se trata de hacerles felices a ellos,
sino también a todos los que nos rodean. María siempre estaba atenta a eso, como,
por ejemplo, como ya hemos visto, cuando fue a visitar a su prima Isabel. Es
decir, María pensaba en la felicidad de los demás, ante todo, y fue a visitarla
a pesar de que lo normal habría sido descansar por el embarazo.
Entonces, si no lo entiendo mal, nosotros también
tenemos que procurar hacer todo lo que hacemos para intentar que, a nuestro
alrededor, todos sean un poco más felices, ¿no?
3.- La
Vida en ORACIÓN
Hemos aprendido mucho de María en este rato, de
su humildad y su optimismo ante la adversidad; y también nos hemos dado cuenta
de que tenemos que hacer algo para poder cambiar y parecernos un poco más a
Ella. Vamos a pedirle que nos ayude, Ella que siempre está escuchándonos seguro
que está deseando que le pidamos ayuda.
Vamos a hacerlo de la siguiente forma:
Aquí tenéis unas cuantas oraciones que os pueden
ayudar a rezar con María. Leedlas y elegid la que os parezca mejor y quedáosla.
Esa va a ser vuestra oración de hoy. Vuestro compromiso con Ella será que la
cuidéis y la recéis siempre que podáis, incluso memorizadla si tenéis ocasión y
repetidla siempre que os acordéis de la Virgen:
1.- María, enséñame cada día a ser un poco más
como Tú, a ser tan fiel a Dios como lo fuiste Tú.
2.- Sé que no soy perfecto, Madre, pero contigo
aprendo que, con tu ayuda, puedo ser cada día mejor.
3.- Tú eres un gran ejemplo de cómo ser, por tu
humildad y por tu servicio, te seguiré para ser yo también así.
4.- Quiero que estés siempre junto a mí, Madre,
para que nunca me sienta solo y sepa que Tú me ayudas en todo.
5.- María, guíame en mi camino hacia la santidad,
porque Tú fuiste una gran servidora y yo quiero serlo también.
6.- Dame la capacidad de ser tan humilde y
sencillo como lo fuiste Tú, Madre, para querer cada día más a mis hermanos y a
Dios.
7.- Desde el fondo de mi corazón deseo estar
junto a ti y sentirte como la Madre buena que siempre cuida de mí.
8.- Tú eres una Madre ejemplar, María, y aunque
yo no soy un hijo perfecto, sé que me quieres y me ayudas a ser mejor.
Esta parte puede acabar leyendo en voz alta
algunas de las oraciones o que cada uno lea la que ha elegido. Por supuesto,
los niños pueden escribir sus propias oraciones o el responsable puede añadir
las que se le ocurran.
4.-
Entrega tu VIDA
Y claro, es fácil darnos cuenta de que no todo lo
hacemos bien, de que cometemos errores. Casi todos nosotros nos damos cuenta de
que no siempre lo hacemos todo bien, pero lo difícil es ponerle solución, es
decir, que yo sea capaz de no volver a hacer eso que no está bien.
Ya que sabemos que María va a ayudarnos, vamos a
proponernos hacer algo en este día que nos ayude a ser más humildes,
serviciales, sencillos y alegres; como Ella. Pensad cada uno qué podéis hacer
para hacer más felices a los que nos rodean, algo concreto, y llevadlo a cabo
en este día, sin olvidaros de que las cosas pequeñitas son las más importantes
para actuar bien, para ser santos.
(El responsable debe procurar que todos tengan un
compromiso para el día, basado en hacer felices a los demás e intentar
preguntarles a ellos cómo lo llevan, para que no se les olvide. Digamos que
cuidar de que todos los niños cumplan su compromiso puede ser el compromiso del
propio responsable, si se quiere ver así)