La comunidad MIES es y ha de sentirse misionera, no sólo por el trabajo que realizan los hermanos que la componen sino por el modo en que encara su propia vida interna. En las asambleas, en los equipos, en las celebraciones, en las oraciones comunitarias, en las revisiones, en el acompañamiento de cada hermano, la misión es asunto presente y fundamental y ha de impregnar todas y cada una de las facetas de la vida comunitaria. Para que se pueda cumplir el mandato de Jesús “… id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15) son necesarios apóstoles que se sientan Pueblo, hermanos en el sentido más pleno de la palabra.
Por tanto en Mies, en sus comunidades, la misión y la disponibilidad para el apostolado verdaderamente comprometido es un asunto prioritario, fundamental y exigible a todos los hermanos, y formar parte esencial de la vida comunitaria. Vida comunitaria y vida apostólica no son contrapuestas y ambas son imprescindibles para una misión y una vida comunitaria de calidad. Precisamente por estas situaciones la comunidad debe tener conciencia misionera, estar dispuesta a asumir realidades nuevas, nuevos retos en la tarea de la evangelización y tomar aquellas decisiones que reviertan en un mejor servicio misionero y, por lo mismo, en una mejor vida comunitaria.
La comunidad no decide los envíos ni dispone particularmente de sus miembros. La comunidad pone a disposición de MIES a sus hermanos y expone sus circunstancias y posibilidades para la misión, pero son los responsables provinciales y generales los que deciden los envíos. La comunidad y toda la Asociación asumen la misión confiada a los hermanos y realiza la celebración y /o el acto formal de envío. La comunidad es la que expresa, exige y juzga la obediencia y disponibilidad de sus miembros, amén de los responsables, desde la vida cotidiana conocida y compartida.
El modo misionero de vivir la obediencia es la disponibilidad para el apostolado y ésta encuentra en las comunidades su lugar adecuado de expresión y vivencia. Estar disponible para el apostolado significa estar dispuesto a ir allí donde nos envíen, siendo consciente de hacer la voluntad de Dios, manifestada a través de Mies, aceptada y asumida por la comunidad, que apoyará y prestará atención a las necesidades de la persona enviada y a las propias de la misión encomendada.