Según nuestro carisma nos fijamos especialmente en dos cristianos que nos muestran cómo hace un Mies las cosas: Santa Teresita y San Juan Bosco. Representan y muestran dos dimensiones que todo misionero ha de cultivar sin descanso: la espiritualidad contemplativa y misionera del Caminito y la entrega incondicional a los niños y a los jóvenes. Y, ambos, a pesar de sus muchas caídas y fallos, peleando su santidad en cada momento. El que así no lo haga omite el deber universal de anunciar la Buena Noticia, desatiende el carisma recibido con su vocación y elude la llamada universal a la santidad; difícilmente hará un buen servicio misionero. La vocación MIES se nutre de elementos que le son específicos: el caminito de la infancia espiritual de Santa Teresita (ora, lucha y confía) y la vivencia de la fe en clave apostólica de San Juan Bosco (el amor a Cristo en el amor a niños y jóvenes), y todo desde la perspectiva de la consagración.